martes, 15 de junio de 2010

MOVIENDOME EN CÍRCULOS


Terminé mis examenes de la UNED.
Mi padre se ha recuperado milagrosamente y ha pasado de estar delirando, medio ido y sin moverse, en el hospital, a caminar, tener la cabeza en su sitio (pese a la brecha) y como niño con zapatos nuevo con su silla de ruedas (para que no se canse).
Mi hermano, el desastre, se ha vuelto un pelota insufrible y lo saca todas las tardes a pasear. Eso hasta que vuelvan a cruzarsele los cables y arme otro "pollo".
Mi ex se dedicó a mandarme sms todos los días desde su Tailandia querida y tuve que cortarle el rollo. ¡Ni tanto, ni tan poco! (Además, que los sms me cuestan una pasta).
En el trabajo las cosas siguen más o menos igual, aunque mañana hay una reunión de varios departamentos, seguramente para aumentarnos el horario.
Arturo está de vacaciones y yo me siento más sola y aburrida que de costumbre. Me mandó un sms al móvil, preguntándome por mi familia y si había habido cambios en el trabajo y me sentí muy halagada y hasta querida por ese detallazo. A fin de cuentas está en Cuba, nada menos, con su novia y sus suegros y se acordó de mí.
Mi amiga Laura me llamó para que asistamos a unas conferencias de los budistas, con meditaciones incluidas y ya hemos quedado.
Unas oposiciones a las que había presentado la instancia y me había comprado los libros, para un organismo local, van y abren el plazo de nuevo, lo cual huele a chamusquina. Seguro que se les quedó alguien a quien querían enchufar fuera y, por supuesto, los sindicatos están compinchados. Tengo la sensación de haber malgastado unos 80 euros.
Por otro lado, me estoy planteando empezar con otras a nivel de comunidad autónoma. Con esto de la crisis la cosa está muy difícil y es la única oportunidad de mejorar que veo y digo yo que algún día cambiará mi suerte, ¿no?
Lo cierto es que en cuanto terminé los examenes de la UNED me sentí vacía. Hice una pequeña reflexión sobre todos los aspectos de mi vida: cuatro horas escribiendo y dibujando mapas mentales a todo color. ¿Conclusiones? Estoy como al principio: sigo sin conseguir mejoras en el trabajo, sigo sin ser capaz de hacer amigos o relacionarme con gente nueva, sigo muy dolida y distante con mi hijo, sigue sin haber hueco para alguna pareja en mi vida y sigo teniendo un problema sexual, aunque este es nuevo. Siento que camino en círculos y que a pesar de que en muchos aspectos las cosas han ido a peor, el círculo no se rompe. Y lo que es peor, creo que ni siquiera tengo ganas de intentar cambiar nada (salvo el intento con las oposiciones, aunque ya hoy me deprimía el panorama que me espera). Así que me pasaré el verano estudiando y los fines de semana iré a la playa, sola, sin pretensiones de buscar compañía. Tengo previsto una escapadita para ver a Gumer a su isla y luego ya nada de nada, hasta Octubre, que es el mes en el que, con suerte, y toco madera, intentaré irme a Nueva Zelanda.
Me siento justo como al principio: algo va mal y la cosa no mejora.

domingo, 6 de junio de 2010

SOÑANDO CON MI HIJO

Soñé con mi hijo, ese al que le soy absolutamente indiferente.
Tenía unos 9 años y estábamos en una casa grande con toda la familia, abuelos incluidos.
Me pedía que le llenara la bañera y quería que me metiera dentro a jugar con él. La bañera es un símbolo: el primer día que vino a casa, se metió en ella vestido, con zapatos y todo, y me rogó que se la llenara. Nunca se había bañado en una. Criado en un centro de menores esa era su gran ilusión y por supuesto, se la llenamos.
Lo pedía con esa pizca de exigencia que le caracteriza, con esa autoridad que hace que parezca que lo merece todo, pero sobre todo, me lo pedía porque quería estar conmigo, porque me quería.
Se reflejaba en sus ojos.
Hacía mucho tiempo que no le recordaba como era de niño, supongo que la imagen actual me lo impide. Se veía en su mirada que entonces aún me quería...y yo estaba encantada, claro.
Luego sonó el teléfono móvil: mi padre se cayó y se hizo una buena brecha en la cabeza (13 puntos).
¿Quién dijo que la vida era aburrida?

viernes, 4 de junio de 2010

CALIMA


Esta semana ha sido agridulce, aunque más agri que dulce, la verdad.
El martes la calima hizo que las temperaturas pasaran de los 35 grados y cuando llegué a casa me encontré a mi perra, que ya era muy mayor y estaba fatal de salud, hecha gofio. No podía ni siquera subir los cuatro escalones para entrar en la casa y estar más fresquita. Se asfixiaba y no podía moverse y yo no podía con ella. Tuve que tomar una decisión: sacrificarla. Fue duro, aunque desde hacía tiempo sabía que tarde o temprano, o bien me la iba a encontrar tiesa, o bien iba a tener que tomar esa decisión. Para colmo tuve que ayudar al veterinario y cargar con el cuerpo.
Me fastidió mucho tener que tomar esa decisión sola. Mis hijos desperdigados y mi ex, que no incluyó a los perros (todavía me queda otro) en el acuerdo de divorcio, como era de esperar estaba dentro de un avión viajando a Asia. Ese fue uno de los motivos de mi divorcio, siempre que lo necesitaba, o estaba dentro de un avión, o en un país con horarios opuestos. Estoy segura de que cuando mi padre se muera él va a estar lejos. Nunca está cuando se le necesita.
Eso sí, fue a visitar a mi padre al hospital, y me dio dinero por la cara, porque ahora que no hay hijos aquí, no tiene que darme nada. Aunque yo veo ahí algo oculto, como por ejemplo que los gastos de la estancia de mi hijo en Nueva Zelanda los haya pagado mi suegro y a él le de remordimiento que sea yo la que le manda el dinero de bolsillo. No sé, de cualquier manera yo lo acepté, claro, que desde el día 20 andaba sin un puñetero duro y soy bastante boba, pero me he ido espabilando.
Mi padre por su parte ha estado más ido que cuerdo. Físicamente ha mejorado, pero en el hospital tenía alucinaciones y deliraba. Pensamos que se pasan allí con los medicamentos para que no dé la lata o algo por el estilo. El caso es que hoy, cuando el médico dijo que le daba el alta porque allí ya no pueden hacer nada más por él, dudamos mucho de poder hacernos cargo de él en casa. Pero la vida, que es como es y no deja de sorprenderme, dio un nuevo giro y una vez en casa, mi padre volvió a la cordura y hasta ha caminado. Sigo sin entender nada. En cualquier caso, bienvenido sea este alivio.
Y ¿yo? Yo he empeorado. Me ha vuelto el tic en el ojo y lloro todos los días un ratito, tenga ganas o no tenga ganas. ¿Por qué? Porque me da mucha pena y mucha tristeza todo. Me da pena mi padre, a pesar de su mala leche y su desconsideración, porque ha sido un buen hombre y no merece una vejez así. Me da pena de mi madre, que se da cuenta que debería recordar algo y no lo recuerda, que tiene que pasarse los días en el hospital, que tiene que sufrir los malos modos del médico (se pasó la pobre una mañana entera llorando por eso) y de mi padre, que aún cree que mi padre se recuperará. Me da pena mi hermana que está gorda, obesa es la palabra y no tiene voluntad para controlarse... Y me doy pena yo misma, que no soy mala persona y me siento sola, fracasada, rota.
Como la calima, que hoy al fin remite, a mi me asfixia esta situación y me ahogan mis propias lágrimas.