lunes, 13 de abril de 2009

EL GATO

Hace unos días lo vi. Estaba de aparcacoches, mugriento y raquítico, aunque su cara no estaba tan estropeada como era de esperar. Es mayor que yo, debe tener unos 45 o más y sigue teniendo cierto encanto. Cuando lo conocí yo debía tener unos 14 o 15 años y andaba tonteando con los porros y con alguna cosa más. Él iba mucho más pasado. Me gustaba mucho, me atraía, pero a la vez me daba miedo. Sabía que no era un tipo de fiar, que estaba demasiado metido...y afortunadamente, nunca me atreví a acercarme a él.

Ahora lo veo de vez en cuando, sus ojos siempre dislocados, y me recuerda que a pesar de todo, no siempre me equivoqué en mis elecciones.

3 comentarios:

  1. A veces, la vida es justa y no te deja pisar el mal camino.

    Quién sabe dónde hubieras acabado de haberte enrollado con él.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario. Lo mejor de todo es poder verlo de vez en cuando...la vida así me recuerda que no hay que probarlo todo.

    ResponderEliminar
  3. Sí, una gran moraleja Verónica.

    Un besito

    ResponderEliminar