
Un poco de todo: sexo, caricias, masajes, complicidad, juegos. Lo liviana que me siento cuando no comparto mi pasado, ni siquiera mi presente, casi dos desconocidos, solo el aquí y el ahora, sin esperar nada del mañana. Por eso nos vemos solo una vez al mes. Al menos yo lo hago por eso, porque sé que si nos viéramos más a menudo la magia se diluiría en la rutina y yo para sentir, para disfrutar, necesito la distancia.
Las cosas empezaron así con Gumer también, pero al poco tiempo, unos cinco meses aproximadamente, se empeñó en confesarme que me quería y eso fue el principio del fin, porque luego sus actos no se correspondían con sus palabras y claro, yo esperaba que si. Yo me hubiera dejado llevar y le hubiera entregado la llave de mi corazón, pero resultó ser tanto de lo mismo, palabras. Espero no estropearlo con el Ñoño.
Normalmente cuando algo te reporta felicidad es difícil contenerse y espaciarlo, queremos beber de ello cada día, pero no nos damos cuenta que con nuestro egoísmo acabamos por secar esa fuente.
ResponderEliminarEspero que tú lo consigas y que "el Ñoño" a su vez siga estando ahí para ti.
Un beso
Sí, no creas que no me cuesta no llamarle, pero me resisto, me resigno y la espera conlleva una recompensa mejor. Esperemos que siga ahí.
ResponderEliminarGracias de nuevo por tus palabras, Os, te salió muy filosófico el comentario.
Un besote.
"Para sentir, para disfrutar, necesito la distancia"... uff, eso me habla de que has estado asfixiada, mujer!
ResponderEliminarPues sí, doctora Yvonne, completamente...ahora, de vez en cuando me doy un respiro. Bienvenida y buscaré recetas en tu blog.
ResponderEliminarJejejejeje, es que yo soy un tipo muy filosófico, jejejejeje.
ResponderEliminarLo complicado siempre es que los dos queráis lo mismo, porque tal vez él empiece a pensar que no es bueno distanciar tanto los encuentros y con ello comenzará a agobiarse, etc, etc...
Un beso