miércoles, 6 de enero de 2010

¡POR FIN SE ACABÓ LA NAVIDAD!


Menos mal, he sobrevivido a esta dichosa Navidad. Siempre consigue revolver cosas en mi interior, debe ser por eso por lo que a tan poca gente le gusta.


Ver las lágrimas de emoción de tu hijo porque junto con su regalo le has puesto una nota dándole las gracias por quererte.

Ver que tu otro hijo te sigue ignorando.

Ver que tu madre se ha dejado la cafetera al fuego y la mirada perdida de tu padre, ¿hay lágrimas en sus ojos?; adivina lo que se le viene encima.

Ver diez veces el mismo truco de magia que tu sobrino de cinco años lleva a cabo, entusiasmado. Esquivar a tu hermano para evitar conflictos.

Ver que por un número no eres algo más rica...

Y verlo todo desde la tristeza más profunda, esa que como una sombra agazapada en un rincón va haciendose cada vez más y más grande, llenándolo todo.


Eso es lo que me queda: la tristeza. Podría pasarme horas mirando al techo, abrigadita en mi cama, deseando no tener que levantarme nunca más...pero al final me levanto y sigo, aunque ni siquiera sepa por qué demonios lo hago.

3 comentarios:

  1. Creo que al final todos sobrevivimos querida Verónica, jejejejeje, siempre hay alguna baja imprevista, pero bueno, jejejejeje.

    La tristeza es una cosa muy putilla (como diría mi amiga perdida, jejejejejeje), porque se te mete dentro, te agarra las tripas y no te suelta. Como mucho se agazapa y deja salir otros sentimientos, como la alegría, durante un ratejo, pero a la que te descuidas, ¡zas!, ha vuelto.
    Por eso hay que exterminarla de raíz y no dejar que vuelva nunca más.

    Un besote Verónica

    ResponderEliminar
  2. Se te olvidó decirme cómo se extermina, jajaja. Al menos, hoy me he reido un rato con tu entrada. Gracias, Os.

    ResponderEliminar
  3. Jejejejejeje, esa es la parte más difícil y es uno mismo el que debe encontrarla, porque para cada uno es distinta.

    Me alegro mucho de que mi entrada te hiciera reír.

    Un besote

    ResponderEliminar