Las ideas nacen como los cúmulos de nubes en el cielo. De repente aparecen ahí, en el cielo de tu cerebro, luminosas y radiantes. Y enseguida empiezan, como los cúmulos de nubes, a revolverse, transfomarse, distorcionarse. A ratos más bellas, más llamativas, a ratos menos. Pero al igual que los cúmulos nubosos, si no las atrapas de alguna manera, terminan por desaparecer, desahacerse e incluso dejan de existir y luego ya no podemos recomponerlas.
Qué maravilloso el mundo de las ideas, único y efímero, supongo que ese es su encanto.
ResponderEliminarYa volví, jejejeje, sólo hasta que me vuelva a marchar.
Un beso
Sí, maravilloso el mundo de las ideas, me acordé de ti cuando nació esta entrada en mi cabeza, precisamente porque un par de ideas me rondan. Y me alegré mucho al ver que ya estabas de vuelta...solo para descubrir al poco que ya te habías vuelto a ir. Buah que vida más triste. A ver si en algunos de esos viajes nuestros caminos se cruzan.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿En serio? Jo, qué ilusión, jejejeje, supongo que ya no te acordarás, pero me gustaría conocer cómo fue, jejejeje.
ResponderEliminarY creo que mi presencia discontinua es precisamente la que le da cierto encanto a esto, jejejeje, además, siempre estoy cuando más se me necesita.
Espero que sí, que en alguno nuestros caminos se cruzarán.
Un besito